DE KIEV A BILBAO, 3282 KILÓMETROS DE ABISMO ENTRE DOS VIDAS
El 24 de febrero de 2022, la vida de 43 millones de ucranianos se vio sacudida por un hecho trágico: Rusia comenzó la invasión del país. El cielo de Ucrania se iluminó con el siniestro estallido de misiles y los coches, que el día anterior transportaban a los ciudadanos de un país pujante, fueron sustituidos por tanques invasores. En febrero de 2014 ya se dio un precedente con la adhesión de Crimea.
A partir de ese día, millones de ucranianos se vieron forzados a huir, dejando en la cuneta sus planes de futuro, similares a los de cualquiera de nosotros. Niños, jóvenes, adultos y ancianos prisioneros de un día a día en pie de guerra u obligados a un éxodo sin fecha de retorno han quedado con una pregunta sin respuesta: ¿hasta cuándo?
Casi un año y medio después, mientras la guerra entre Rusia y Ucrania prosigue, ¿qué ha sido de ellos? En una de las Viviendas Norai residen Iryna, su madre Myroslava, su hija Sofiia y Valerii, su pareja. Tres generaciones de mujeres atravesadas por el drama de una Europa enfrentada. Ojos azules y mirada triste, nunca olvidarán el resplandor ni las brutales detonaciones de los misiles, mientras los tanques rusos avanzaban por las carreteras de Bucha, una ciudad a 30 km de Kiev, donde habían encontrado cobijo en casa de unos amigos, temiendo lo peor. Por desgracia, los peores pronósticos se cumplieron: el fatídico 24 de febrero comenzó la guerra.
En todos los países de la Unión Europea, los desplazados ucranianos disponen de un estatuto de "protección temporal", que les permite acceso al mercado laboral, la atención sanitaria y la escolarización de sus hijos. Aproximadamente 160.000 se han acogido a dicho estatuto, como refugiados de guerra (diciembre de 2022), de los cuales el 63% son mujeres y el 34% son menores de 18 años. En el País Vasco se han acogido a 4.000 ucranianos, de los cuales, un 10% ha conseguido acceder a un trabajo.
Pero, una verdadera integración está lejos de conseguirse. Ellos no han conocido la interminable carrera de obstáculos de tantos refugiados y migrantes de otros países pero, ¿Cómo sanar el desgarro de unas vidas rotas? ¿Cómo compensar a estos eslavos beneficiados de protección internacional de un exilio no deseado, ante la incertidumbre de un retorno tan ansiado como impredecible?
Nuestra familia ucraniana nos lo cuenta en una entrevista que pronto publicaremos.