LIBIA, LA VIDA A MERCED DE MAFIAS Y TRAFICANTES (2ª parte)
Para alcanzar el sueño de llegar a Europa, desde el África subsahariana, el valor no basta. Exponer la vida de personas migrantes a traficantes es casi ineludible. Así lo señala el Centro Europeo de Tráfico de Migrantes de Europol. Las bandas te llevan hasta donde puedas pagar. Todo tiene un precio. Hoy, en Libia, no existe un gobierno que controle el país. Por eso se habla de un estado fallido. Es el terreno propicio para que las bandas actúen con impunidad. Decenas de miles de personas refugiadas y migrantes en Libia están a merced de un círculo vicioso de crueldad: homicidios, desapariciones forzadas, tortura y otros malos tratos, violaciones, trabajo forzoso y explotación. La vida queda a merced de mafias y traficantes.
¿Ibas solo o con algún amigo?
Salí yo solo de Senegal pero luego, en el viaje, conoces a gente y llegas a formar como una familia. La solidaridad también surge cuando sientes que la vida está en peligro. Yo soy una persona abierta y, al cabo de unos días, tenía la impresión de que conocía a la gente desde hacía tiempo. Sufrimos mucho juntos.
Cuando llegamos a Niger, llamé a mi amigo y me vino a buscar a la estación. Me llevó a su casa, donde me pude duchar, dormir y comer. Habían transcurrido quince días desde que salí de Senegal. Fue un camino muy largo, pero aguantamos. En Niger, con mis amigos, llegué a un taller de costura, donde estuve trabajando cinco meses. Al cabo de ese tiempo, conocí a una persona que me explicó cómo hacer el pago para entrar en Libia.
Libia es uno de los países más peligrosos, porque no hay gobierno. A pesar del riesgo tan grande que corres, queríamos entrar en Europa, para ayudar a nuestras familias. Pasé dos largos meses en el país.
Durante ese tiempo, no me atreví a trabajar y ni siquiera salí de la casa donde estaba, porque te pueden coger los militares y matarte. No hay justicia. Sin embargo, recuerdo que un viernes por la noche llegaron muchos policías armados. Eran las tres de la madrugada, abrieron las puertas de la casa y nos llevaron a todos a la cárcel. Estuvimos quince días encerrados, en una prisión para unas 5000 personas, sin tener información de qué iban a hacer con nosotros. Todo estaba muy sucio y la comida era escasa. Luego nos dijeron que si queríamos salir, teníamos que llamar a la familia y pagar cada uno 500 euros. Como mi padre no tenía esa cantidad, fue al banco a pedir un crédito. Gracias a eso pude salir de allí. Los que no podían conseguir el dinero, permanecían en prisión.
¿Cómo fue el viaje de Libia a Italia?
En patera. Corrimos un riesgo muy grande. Un viaje rodeados de mar y sin saber nadar.
¿Cuántas personas ibais en la embarcación?
Exactamente 134 personas. Salimos a media noche y entramos en aguas internacionales. Durante el viaje, murieron 4 mujeres. Hacia las 6 de la mañana se apagó el motor, porque se llenó de agua. Entramos en pánico, porque a ese problema se sumó el que la patera estaba hinchada con aire y empezó a desinflarse. Vivimos horas de angustia, porque hasta las cinco de la tarde estuvimos a la deriva. No había ningún barco cerca. Gracias a Dios, hacia las 17h llegó un helicóptero de la Cruz Roja. Se dieron cuenta de que la situación era crítica, así que llamaron a dos barcos de Dinamarca, aunque la tripulación era de Ghana.
¿Por qué murieron esas cuatro mujeres?
Dos estaban embarazadas. El olor de la gasolina era muy fuerte y el motor desprendía mucho calor. Como la gente no tiene costumbre de viajar en el mar, vomitaban mucho, se deshidrataron. Sus cuerpos fueron arrojados por la borda. De no haber sido rescatados por el barco, unos minutos más tarde hubiésemos muerto todos. El agua comenzó a entrar en el interior, nos desplazamos al otro lado, la barca se descompensó. Menos mal que los barcos nos recogieron. El viaje hasta la costa italiana duró varias horas, por lo que nunca hubiésemos llegado con la barca. Imposible olvidar esa travesía. Al llegar a Italia nos sentimos muy aliviados. ¡Por fin habíamos llegado a Europa!
* Próximamente la tercera y última parte.