LLEVADERA ES LA LABOR CUANDO MUCHOS COMPARTEN LA FATIGA
Esta célebre frase, atribuida a Homero, es una invitación al compromiso compartido, a una solidaridad organizada.
Estos diez años y el mismo encuentro de su conmemoración han sido posibles gracias a la aportación generosa e inestimable de tantos/as voluntarios/as que sostienen e impulsan Norai en sus diversos proyectos. Va siendo una experiencia acumulada que aporta eficacia y un saber hacer alentador. El arte de saber mirar y sentir la llamada de dejar el mundo más iluminado.
Inspirado en versos de Mamerto Menapace
No tenemos en nuestras manos las soluciones para los problemas del mundo, pero, frente a los problemas del mundo, tenemos nuestras manos.
Es cierto que mis manos no pueden crear la flor, pero pueden cultivarla, para que el mundo sea más bello. Es cierto que mis manos no pueden hacer trigo, pero pueden sembrarlo, para que el mundo sea menos inhumano.
Mis manos no pueden quitar el dolor, pero pueden aliviarlo. Tal vez, lo que no pueden hacer mis solas manos, lo podrían hacer muchas manos juntas, y así cambiar un poco la historia, adelantar la primavera, hacer un mundo más amable.
Pongamos nuestras manos juntas para coser desgarros, repartir caricias, enjugar lágrimas, luchar contra la injusticia, hacer que retroceda tanto sufrimiento.
Nunca las manos para destruir, o para la inactividad, sino manos para unirse, para crear y compartir.
Tantas miserias humanas de las que somos testigos, nos susurran la tentación de bajar los brazos. Merodea la duda y nos preguntamos ¿ cómo no intervenimos y permanecemos, aparentemente insensibles a tanto dolor ?
Entonces recordamos que solo tenemos nuestras manos. Las vuestras y las mías.
Manos que sepan comprometerse con la historia. Que la madrugada nos encuentre sembrando. Sólo la persona en quien el invierno no ha matado la esperanza, es una persona con capacidad de sembrar. La humanidad es fundamentalmente un ser que, como la tierra, espera ser sembrada.
Trabajo simple, el de nuestras manos, que nadie lo verá y que no será noticia. Porque la única noticia de la siembra la da sólo la tierra y la historia, y se llama cosecha. En las mesas, se llama pan. En la vida, alegría.
Y ese comprometerse con la historia y las personas, es la misión de las manos. Por eso decimos: Haz de esta piedra de mis manos, una herramienta constructiva, cura su fiebre posesiva y ábrela al bien de los humanos.