PAIPORTA, EPICENTRO DE UNA DEVASTACIÓN DONDE MILES DE PERSONAS VOLUNTARIAS APRENDEN EL VALOR DE LA SOLIDARIDAD CON LOS PIES EN EL BARRO
Paiporta y unas 70 localidades, zona cero de la catástrofe que asoló el Levante español, han pasado a ocupar un lugar en el corazón de mucha gente. Todavía en shock por la tragedia vivida, Paiporta se sitúa en el epicentro de este colosal drama, que hoy cuenta sus muertos y desaparecidos.
Hasta allí llegaron 3 furgonetas rebosantes de productos de higiene y alimentación, recogidos gracias a la generosidad de mucha gente carranzana movilizada por las parroquias y asociaciones de la zona. El azar quiso que Luis, vecino de Paiporta, se encontrase en Karrantza cuando ocurrió todo. No daba crédito a lo que su madre le transmitía por teléfono pues, hasta entonces, dicha localidad nunca había sufrido la furia de las aguas. Al mismo tiempo que cientos de carranzanos se acercaban a honrar a sus difuntos, en un valle con 17 parroquias y 16 cementerios, se iba difundiendo el anuncio de que el domingo por la tarde se recogerían productos de primera necesidad, así como botas de goma, palas, escobas, mascarillas y guantes. La Residencia Nuestra Señora de los Desamparados en Soscaño fue especialmente generosa en la entrega de material, después de quedar conmovidos por las imágenes de la Residencia de Ancianos de Paiporta con sus instalaciones anegadas, donde lamentablemente murieron 6 residentes.
El lunes 4 de Noviembre por la mañana salían 3 furgonetas cargadas con buena parte de lo recogido, una de ellas conducida por personas de Norai.
Llegaron a Paiporta bien entrada la noche, contemplando con los faros de los vehículos un paisaje desolador, con barro por todas partes y cientos de coches acinados, formando siniestras esculturas. Hacía tan solo unas horas que las calles volvían a estar medianamente iluminadas, gracias a la instalación de servicios de emergencia.
El primer contacto con un punto de recogida de alimentos y material, gestionado por los propios vecinos, nos aconsejó regresar a las 7h y llevar a la localidad de Albal, para depositar la carga en el colegio de la localidad. En la puerta de entrada, una fila de vecinos esperaba desde primera hora para recoger alimentos, material de limpieza y enseres de higiene. Parte de lo llevado desde Karrantza salió inmediatamente a localidades más aisladas que, 4 días después de la riada todavía no habían recibido ninguna ayuda.
Pasará mucho tiempo hasta que esas localidades afectadas recobren cierta normalidad. Los locales comerciales y viviendas en planta baja han quedado completamente inutilizadas. Hubo lugares donde el nivel del agua alcanzó los 3 metros de altura.
En el viaje de regreso, las imágenes de cientos de voluntarios, en su mayoría jóvenes, pertrechados con palas, cubos, rastrillos y escobas quedan en nuestra memoria. En medio de un ambiente apocalíptico, con colas de gente esperando pacientemente recibir comida gratuita cocinada a pie de calle, brillaban en los rostros de una "riada" esta vez de voluntarios, los rayos del sol de la mañana. Han sido una horas fuertes, trágicas y esperanzadoras al mismo tiempo. Todos los centros educativos están cerrados, pero esas calles se han convertido en una inmensa escuela de solidaridad, que sin duda marcará a quienes allí se afanan.