PESCADORES EN AGUAS AJENAS (2) DE LA TERANGA AL MONTE GURURÚ

10.07.2023

Mamadou comienza a mirar el horizonte del Atlántico como el lugar donde experimentar el valor del trabajo. Desde lo alto de sus diez años, cuando sus estudios se lo permitían, subía a la piragua de su padre, junto con su hermano, y pescaban en las cálidas aguas del país que se encuentra en el punto más al oeste del continente africano.

Al mismo tiempo, la acogida de su familia en el interior, le permite experimentar el valor de la "teranga", un espíritu de hospitalidad profundamente arraigado en la cultura senegalesa. La teranga, una palabra que hace referencia a la forma única que tienen de acoger a sus invitados.


Sin embargo, a los diecinueve años, todo va a dar un giro radical. Tendrá que esconderse para atravesar otras aguas, jugándose la vida. El monte Gurugú, en Marruecos, es la peligrosa escala en la ruta migratoria, el hogar temporal donde miles de jóvenes subsaharianos se esconden para esquivar a la policía marroquí y saltar la valla o atravesar el mar que nos separa.

Cada mañana, de madrugada, la policía marroquí sube al monte Gurugú, quema los colchones y calcina las ilusiones de ese campamento de miseria y plásticos. Algunos, demasiado heridos o enfermos, no pueden salir corriendo y son deportados o apaleados allí mismo. Tantos sueños truncados, tantas familias llorando a sus jóvenes para siempre.

Qué lejos queda la "teranga", qué frías y amenazantes se vuelves estas aguas ajenas.

Con diez años empezaste a trabajar

Yo estaba estudiando en la escuela coránica, así que los tres meses de vacaciones iba con mi familia. Durante las vacaciones de verano ayudábamos a nuestro padre. Viví tres años en casa de unos tíos, junto con mi hermano.

¿Te gustaba estar allí o preferías vivir en tu pueblo?

No había opción. Tenía que estudiar y no podía elegir. Teníamos descanso el domingo únicamente y ese día íbamos a trabajar con mis tíos, en el campo. Ellos son agricultores y les acompañábamos a cultivar. Plantan cuscús. Era nuestra forma de contribuir a los gastos de la familia. Porque Senegal es el país de la Teranga, esto significa que se acoge, compartiendo lo que tienes. Nadie se queda sin comer. Nos acogían gratuitamente. Solo íbamos a nuestro pueblo de vez en cuando. Por ejemplo, para la fiesta del cordero.

En aquella época ¿te imaginabas que un día viajarías a Europa?

No, antes no, de ninguna manera. Nuestro padre había estudiado el Corán siendo niño, así que nosotros también teníamos que hacerlo.

¿Cuándos años tenías cuando volviste a casa de vuestro padre para empezar a trabajar?

En 2013, con dieciséis años. En aquella época ya conocía el oficio y me sentía orgulloso de poder ayudar a mi padre.


¿Cómo te vino la idea de viajar a Europa? Porque eso no es de un día para otro.

Muchos amigos me hablaban de su propia experiencia. Necesitaba comprar un billete de avión para viajar hasta Marruecos. Luego allí, al haber trabajado tanto tiempo en el mar, el viaje resulta gratis. Fui como capitán de una zodiac sobrecargada.

A los diecinueve años decidí emprender el viaje. Un amigo de mi padre me ayudó a realizar un plan. Necesitas organizarte, ahorrar dinero para subsistir durante el viaje, porque en Marruecos no conocía a nadie.

¿Decidiste venir tú solo o con algún amigo o familiar?

Vine solo. Mi hermano no quiso venir. Él ya tiene su propia piragua.

¿Cómo fue el viaje?

Era la primera vez que volaba, así que lo pasé mal. No pensaba que me iba a sentir tan inseguro en el avión . Me siento más seguro navegando. Ahora estoy pensando en visitar a mi familia, pero si hubiese otra manera de viajar, no iría en avión otra vez. Es la manera más rápida de viajar, pero no me gusta.

Cuando llegas a Marruecos, a Casablanca, tienes que llamar a algunas personas, que organizan los viajes. Un contacto me llevó a su casa y me compró un billete para ir a Nador. Allí me pusieron en relación con los que se encargan de los viajes para atravesar el Estrecho. Ellos saben si tú tienes experiencia en el mar.

¿Cuánto tiempo estuviste allí?

Dos semanas. Tienes que esperar tu turno. Vivíamos en las chabolas del monte Gurugú (Gourougou), donde cientos de personas de distintos países esperan saltar la valla o atravesar en una embarcación. Esperábamos que nos dijeran cuándo era nuestro turno. Teníamos que estar preparados con una mochila, nuestro único equipaje. No podíamos llevar más. Vivíamos en el monte, en chabolas de plásticos y tablas. Todos los días, a las cinco de la mañana, subíamos a protegernos en lo alto de la montaña, porque la policía llega al campamento pero no sube hasta ahí. Si te pillan te llevan hasta la frontera de Mauritania o Argelia, de tal modo que necesitas comprar otra vez un pasaje para Nador. Si no tienes dinero, te quedas allí.

Entonces, al regresar a las chabolas o durante la tarde o la noche, un día te dicen: "prepárate, que sales". La travesía puede costar alrededor de 1500 euros. Pero, en mi caso, al saber navegar y actuar como capitán, viajé gratis.

¿Cómo fue cuando te dijeron: "mañana sales"?

Es un momento esperado pero, también de gran tensión, porque puedes morir en el mar. Hay que arriesgarse. Si no te arriesgas no llegas a España. Decíamos: "Europa o… la muerte".