UNA VENTANA ABIERTA EN UN TAXI CON DESTINOS DIFERENTES
El taxi recorría las ruidosas calles de Dakar, sorteando los innumerables obstáculos que surgían en cada nuevo tramo del recorrido. Una multitud de vehículos y transeúntes se entremezclaban en una increíble complicidad, sin orden ni concierto. De pronto, el taxi se paró, para recoger al cuarto pasajero en el viaje que íbamos a realizar hasta Touba. Un niño de aproximadamente 9 años se introdujo en la parte trasera, sin que su frágil figura ocupara apenas espacio. Alrededor del vehículo se amontonaban otros pequeños como él, coreando su nombre, mientras el pequeño pasajero recogía con su camiseta las abundantes lágrimas que caían por sus mejillas.
Su padre tardó en pagar al taxista unos instantes, hasta que retomamos la ruta y fue quedando atrás el coro de niños que repetían al infinito su nombre: ¡Ibrahim, Ibrahim! Su mirada recelosa seguía bañada por un llanto silencioso.
Al cabo de media hora, el taxi dejó tras de sí el bullicio de la capital, para adentrarse en la ruta que, dos horas después, nos dejaría en la ciudad santa de Touba. "Chico, no llores. Nosotros también hicimos ese viaje. Te ayudará a hacerte mayor", le dijeron a modo de consuelo los otros pasajeros. Ibrahim pasaría los próximos cinco años en una escuela coránica.
En esa misma ciudad, desde hace cuatro años, un pequeño centro educativo de Norai se abre camino acogiendo los sueños de un centenar de menores, en su mayoría niñas, que esperan realizar sus estudios y obtener un título oficial que les abra las puertas a un futuro más prometedor. Sin olvidar el estudio del Corán, también el francés, las matemáticas y la informática serán algunas de las materias que les ayudarán a prepararse para afrontar un futuro que no deje en la cuneta sus proyectos tan vehementemente pronunciados: "quiero ser médico, pintora, informática, arquitecto".
Este verano, dos personas de Norai nos hemos desplazado hasta Touba para preparar y ampliar el futuro de la escuela. En enero irán dos personas más. Encuentros con el equipo de profesores, reuniones con las familias, tareas y momentos de asueto con el alumnado. Todo un programa ilusionante para hacer realidad un proyecto que cuenta cada vez más con más apoyos locales y externos de Norai, unidos en una misma lucha contra el analfabetismo. "Apadrina una escuela" es la plataforma que va concretando las iniciativas a realizar para adaptar la escuela a las nuevas circunstancias: dos aulas nuevas, una sala de informática, biblioteca y, por fin, unos libros escolares, incluyendo una pequeña biblioteca.
El equipo de profesoras/es se verá ampliado con dos nuevos integrantes que se sumarán a la plantilla de docentes, esperando que este año sí, puedan cobrar al menos 200 euros mensuales.
Ibrahim se bajó antes de llegar a la escuela de Norai. Le vinieron a recoger en una moto para llevarle a su escuela, pero sus lágrimas habían empapado ya mi recuerdo, alentando la urgencia de poder ofrecer una alternativa que despliegue el futuro personal de tantos pequeños y el de este país, tan rico y tan necesitado.